Para empezar, es importante clarificar los conceptos; analista y analizante. En nuestro caso para la psicología, el analista es el “clínico” y el analizante es el “paciente”. También es importante clarificar que existen dos corrientes psicoanalíticas generales. La corriente ortodoxa que inicia con Freud y la corriente americana que es un adaptación de su teórico. Por ejemplo, entre ellos podemos ver Anna Freud, Carl Jung, Otto Kernberg, Alfred Adler, etc., son acercamientos diferentes, neofreudianos.
Dentro de los ortodoxos podemos encontrar a Melanie Klein y Jacques Lacan, este último fue quien refirió que era necesario regresar a Freud y redefinió los acercamientos psicoanalíticos con base freudiana en el lenguaje. Cuando se escucha la palabra “contratransferencia” ya se puede ir entendiendo que se está hablando de los postulados americanos neo freudianos, desde el psicoanálisis se habla solamente de transferencias. También otro término que utilizan los neo freudianos es el complejo de Electra, eso definitivamente, no es Freud.
A muchas personas le causa neuralgia lo que Freud dijo acerca de la sexualidad en preadolescentes, sin embargo cuando él reveló su teórico en Estados Unidos en la Clark University, él citó a una persona de nombre Sanford Bell, científico americano que había documentado 2500 casos de sexualidad en preadolescentes antes que él. Resulta interesante que es Freud quien se ganó el odio del colectivo en su tierra y se convierte en moda en Estados Unidos, "Nadie es profeta en su tierra".
Cuando Freud empieza a establecer su teoría, se reunía con amigos y le compartía conocimiento de las cosas que estaba pensando y observando, hubo un caso de un amigo, que le confirmó que su propio hijo estaba haciendo las cosas interesantes, esa persona fue Herbert Graf, el caso es “Little Hans”. Ese caso se le adjudica Freud pero en realidad Freud lo supervisó a distancia por medio de cartas y lo vió en tres ocasiones. Quién trabajó con el menor fue su padre.
Ahora bien, comenzando con el tema de la supervisión, a diferencia del psicoanálisis, los programas psicológicos se basan principalmente en los diagnósticos. El proceso de formación psicoanalítica conlleva 3 ingredientes; análisis personal, completar currículo académico y tener casos supervisados. Desde este modelo, los supervisores necesitan otros supervisores, a veces esas supervisiones se hacen de forma grupal y se discuten las experiencias en grupos de discusión. El que una persona tenga las destrezas no lo convierte en un buen supervisor. La meta de supervisión desde el modelo, es facilitar y educar, no son propósitos meramente clínicos. En la dinámica el supervisor debe estar pendiente cuál es la forma o estilo del supervisado para aprender.
En mi experiencia personal, me he podido beneficiar de tener una buena guianza para beneficio de mis pacientes. Las relaciones duales pueden interferir en el feedback adecuado, por ejemplo, a mi juicio, el psicoanalista más prominente de la isla es Alfredo Carrasquillo, pero cómo lo conozco en el aspecto personal, nunca lo elegí como mi propio analista. La relación de supervisor y supervisado debe reflejar la relación del supervisado y el analizante. Otra meta, es clarificar cómo se realizarán las sesiones de supervisión de antemano, por ejemplo; el costo, el lugar, el material que se utilizará, como por ejemplo; notas de progreso, vídeos, grabaciones en audio, etc. Durante el proceso de supervisión se observa más, el proceso que el contenido de las sesiones, se enfoca en los silencios, los actos fallidos, cómo se realizan los comentarios, etc., para promover introspección en el supervisado y cómo los comentarios pueden afectar el proceso terapéutico.
El proceso de supervisión debe crear una base segura de aprendizaje y eso implica que se deben establecer fronteras para que supervisado; entienda, procese y analice su propio trabajo. También se deben clarificar asuntos éticos, por ejemplo; la confidencialidad con el paciente, con la profesión y la sociedad. Se ha encontrado que una buena supervisión debe tener; tacto, empatía para el supervisado y el paciente, ser intuitivo, respetuoso y genuino al confrontar dificultades. En el análisis se trata de alcanzar un entendimiento profundo del inconsciente del analizante. Por otro lado, en el proceso de supervisión se trata de tener un profundo entendimiento del proceso inconsciente para el paciente y no para el supervisado.
La terapia psicoanalítica se basa también en, los conflictos psíquicos, transferencias, repetición, relaciones objetales, sueños y las asociaciones. Nosotros mismos a veces nos cuestionamos qué cosas compartirle a nuestro supervisor. Eso es una censura inconsciente, aunque se hace adrede contiene temores inconscientes y es percibido como “contratransferencia”. Ocultamos cosas que sentimos que pudiera comprometer nuestra postura, pero el aprendizaje es doloroso e inevitable en la adquisición de competencias clínicas. Hay que auto monitorearse los sentidos, sensaciones, pensamientos para entender las comunicaciones que se transmiten inconscientemente. Analizar qué subyace a la intención, a veces es subestimación propia. Este proceso depende en gran medida de la honestidad y apertura del estudiante y de su capacidad de autoevaluarse.
En resumen, cómo en la terapia, una supervisión efectiva depende de la calidad de la relación. Las dificultades en el aprendizaje no deben ser vistas como un signo de patología. Estas dificultades deben ser esperadas, dialogadas en supervisión y en los grupos de discusión. Los conflictos también son inevitables, se trabajan abiertamente y la evaluación debe ser mutua. Una buena supervisión debe ser trans- formativa. Durante el proceso de supervisión se trabaja desde lo inconsciente. Más que nada, el marco de una buena supervisión debe ser de enseñanza y aprendizaje.
Referencias
Archives and Special Collections. (n.d.). Retrieved from https://www2.clarku.edu/research/archives/archives/FreudandJung.cfm
González, A., & Freud, S. (1971). Introducción al psicoanálisis. Revista Española De La Opinión Pública, (26), 563. doi:10.2307/40181706



