martes, 12 de mayo de 2020

Supervisión desde el psicoanálisis

        En la actualidad el psicoanálisis carece de evidencia científica, pero no deja de tener una razón implícita ya que explica una verdad contenida en el corazón de las personas. La palabra mitología tiene etiología en algo fundamental, hoy día, luego de la ciencia empírica adquiere significado de algo falso. La mitología es parecida al psicoanálisis porque en algún momento ambas se consideraban ciencia y hoy día después de las investigaciones de Wundt, William James y entre otros, carecen de veracidad.

Para empezar, es importante clarificar los conceptos; analista y analizante. En nuestro caso para la psicología, el analista es el  “clínico” y el analizante es el “paciente”. También es importante clarificar que existen dos corrientes psicoanalíticas generales. La corriente ortodoxa que inicia con Freud y la corriente americana que es un adaptación de su teórico. Por ejemplo, entre ellos podemos ver Anna Freud, Carl Jung, Otto Kernberg, Alfred Adler, etc., son acercamientos diferentes, neofreudianos.

Dentro de los ortodoxos podemos encontrar a Melanie Klein y Jacques Lacan, este último fue quien refirió que era necesario regresar a Freud y redefinió los acercamientos psicoanalíticos con base freudiana en el lenguaje. Cuando se escucha la palabra “contratransferencia” ya se puede ir entendiendo que se está hablando de los postulados americanos neo freudianos, desde el psicoanálisis se habla solamente de transferencias. También otro término que utilizan los neo freudianos es el complejo de Electra, eso definitivamente, no es Freud.

A muchas personas le causa neuralgia lo que Freud dijo acerca de la sexualidad en preadolescentes, sin embargo cuando él reveló su teórico en Estados Unidos en la Clark University, él citó a una persona de nombre Sanford Bell, científico americano que había documentado 2500 casos de sexualidad en preadolescentes antes que él. Resulta interesante que es Freud quien se ganó el odio del colectivo en su tierra y se convierte en moda en Estados Unidos, "Nadie es profeta en su tierra".

Cuando Freud empieza a establecer su teoría, se reunía con amigos y le compartía conocimiento de las cosas que estaba pensando y observando, hubo un caso de un amigo, que le confirmó que su propio hijo estaba haciendo las cosas interesantes, esa persona fue Herbert Graf, el caso es “Little Hans”. Ese caso se le adjudica Freud pero en realidad Freud lo supervisó a distancia por medio de cartas y lo vió en tres ocasiones. Quién trabajó con el menor fue su padre.


Ahora bien, comenzando con el tema de la supervisión, a diferencia del psicoanálisis, los programas psicológicos se basan principalmente en los diagnósticos. El proceso de formación psicoanalítica conlleva 3 ingredientes; análisis personal, completar currículo académico y tener casos supervisados. Desde este modelo, los supervisores necesitan otros supervisores, a veces esas supervisiones se hacen de forma grupal y se discuten las experiencias en grupos de discusión. El que una persona tenga las destrezas no lo convierte en un buen supervisor. La meta de supervisión desde el modelo, es facilitar y educar, no son propósitos meramente clínicos. En la dinámica el supervisor debe estar pendiente cuál es la forma o estilo del supervisado para aprender.

En mi experiencia personal, me he podido beneficiar de tener una buena guianza para beneficio de mis pacientes. Las relaciones duales pueden interferir en el feedback adecuado, por ejemplo, a mi juicio, el psicoanalista más prominente de la isla es Alfredo Carrasquillo, pero cómo lo conozco en el aspecto personal, nunca lo elegí como mi propio analista. La relación de supervisor y supervisado debe reflejar la relación del supervisado y el analizante. Otra meta, es clarificar cómo se realizarán las sesiones de supervisión de antemano, por ejemplo; el costo, el lugar, el material que se utilizará, como por ejemplo; notas de progreso, vídeos, grabaciones en audio, etc. Durante el proceso de supervisión se observa más, el proceso que el contenido de las sesiones, se enfoca en los silencios, los actos fallidos, cómo se realizan los comentarios, etc.,  para promover introspección en el supervisado y cómo los comentarios pueden afectar el proceso terapéutico.

El proceso de supervisión debe crear una base segura de aprendizaje y eso implica que se deben establecer fronteras para que supervisado; entienda, procese y analice su propio trabajo. También se deben clarificar asuntos éticos, por ejemplo; la confidencialidad con el paciente, con la profesión y la sociedad. Se ha encontrado que una buena supervisión debe tener; tacto, empatía para el supervisado y el paciente, ser intuitivo, respetuoso y genuino al confrontar dificultades. En el análisis se trata de alcanzar un entendimiento profundo del inconsciente del analizante. Por otro lado, en el proceso de supervisión se trata de tener un profundo entendimiento del proceso inconsciente para el paciente y no para el supervisado.

La terapia psicoanalítica se basa también en, los conflictos psíquicos, transferencias, repetición, relaciones objetales, sueños y las asociaciones. Nosotros mismos a veces nos cuestionamos qué cosas compartirle a nuestro supervisor. Eso es una censura inconsciente, aunque se hace adrede contiene temores inconscientes y es percibido como “contratransferencia”. Ocultamos cosas que sentimos que pudiera comprometer nuestra postura, pero el aprendizaje es doloroso e inevitable en la adquisición de competencias clínicas. Hay que auto monitorearse los sentidos, sensaciones, pensamientos para entender las comunicaciones que se transmiten inconscientemente. Analizar qué subyace a la intención, a veces es subestimación propia. Este proceso depende en gran medida de la honestidad y apertura del estudiante y de su capacidad de autoevaluarse. 

En resumen, cómo en la terapia, una supervisión efectiva depende de la calidad de la relación. Las dificultades en el aprendizaje no deben ser vistas como un signo de patología. Estas dificultades deben ser esperadas, dialogadas en supervisión y en los grupos de discusión. Los conflictos también son inevitables, se trabajan abiertamente y la evaluación debe ser mutua. Una buena supervisión debe ser trans- formativa. Durante el proceso de supervisión se trabaja desde lo inconsciente. Más que nada, el marco de una buena supervisión debe ser de enseñanza y aprendizaje. 


Referencias

Archives and Special Collections. (n.d.). Retrieved from https://www2.clarku.edu/research/archives/archives/FreudandJung.cfm

González, A., & Freud, S. (1971). Introducción al psicoanálisis. Revista Española De La Opinión Pública, (26), 563. doi:10.2307/40181706

Scharff, J. S. (2014). Clinical supervision of psychoanalytic psychotherapy. Karnac.

Violencia con armas

El acceso a las armas de fuego es un factor determinante en la problemática de la violencia armada. Diversos estudios han demostrado que, a mayor disponibilidad de armas, mayor es la incidencia de casos violentos. Esta situación afecta de manera desproporcionada a las mujeres y a personas con un historial previo de victimización por violencia. Es crucial desvincular las enfermedades mentales de la violencia armada y, en cambio, enfocarse en factores sociales como el bullying, la intolerancia y el discurso de odio, que suelen ser los principales detonantes de este tipo de conductas.


Según el Dr. John Gottman (2004), es fundamental evitar críticas destructivas hacia los niños, ya que estos terminan internalizándolas y creyendo en esas percepciones negativas sobre sí mismos. Esta internalización puede generar una baja autoestima y sentimientos de rechazo que, combinados con otros factores, podrían desembocar en comportamientos violentos.


Un caso real que ilustra esta dinámica es el testimonio de Aaron Stark, quien ha ofrecido múltiples conferencias sobre su experiencia personal. Stark se identifica como alguien que estuvo a punto de cometer una masacre en su escuela utilizando un arma de fuego. Explica que, tras años de acoso y falta de apoyo, llegó a creer que no valía nada. Esta percepción lo llevó a planear un acto violento, no por odio hacia las personas, sino como una forma de expresar su dolor y desesperación de la manera más visible y destructiva posible (Stark, 2018).


Un ejemplo adicional se encuentra en el filme Joker (Phillips, 2019), el cual, aunque es una obra de ficción, retrata una realidad social significativa. La combinación de factores como la marginación, la falta de apoyo, el acoso constante y el fácil acceso a las armas puede ser un cóctel explosivo que predice conductas violentas.


Desde la psicología, es necesario adoptar un enfoque más integral para abordar esta problemática. En Puerto Rico, se ha señalado constantemente la creciente incidencia de delitos cometidos por jóvenes y la urgente necesidad de atender esta situación desde una perspectiva psicológica. Es evidente que los factores sociales y emocionales que impulsan a estos jóvenes a cometer actos delictivos requieren intervenciones específicas que vayan más allá de las medidas punitivas.


Este cambio de enfoque podría transformar la forma en que se conceptualizan ciertos diagnósticos, como los trastornos de conducta antisocial u oposicional. Actualmente, cuando una persona comete un delito, la respuesta suele ser la imposición de penas carcelarias o sanciones legales. Sin embargo, las intervenciones psicológicas dirigidas a los agresores son casi inexistentes, lo que limita las posibilidades de rehabilitación y perpetúa el ciclo de violencia.


En Puerto Rico, no existe un protocolo formal de atención psicológica para los agresores. La mayoría de los esfuerzos se concentran en la atención a las víctimas, mientras que el agresor queda fuera del proceso de intervención. Esta omisión fomenta la continuidad del problema, ya que no se abordan las causas subyacentes de la violencia ni se promueven estrategias de cambio conductual en los perpetradores.


Es fundamental desarrollar programas y protocolos que incluyan intervenciones psicológicas para los agresores. Trabajar con estas personas no solo podría reducir la reincidencia, sino también contribuir a la creación de comunidades más seguras y a la prevención de futuros actos violentos.



---


Referencias

Gottman, J. M. (2004). What am I feeling? Parenting Press.

Stark, A. (n.d.). Casi realicé un tiroteo en mi escuela: Aaron Stark: TEDxBoulder. Retrieved from https://www.ted.com/talks/aaron_stark_i_was_almost_a_school_shooter?language=es.

Phillips, T. (Productor y Director). (2019). Joker [Película]. Estados Unidos: Warner Bros. Pictures.


lunes, 11 de mayo de 2020

Interseccionalidades



El color de piel es una de las formas de interseccionalidad más marcadas y, a su vez, una de las que más abruman a las sociedades. Las interseccionalidades son categorías que subyacen a la etnia y crean los grupos minoritarios, pero no se limitan únicamente al color de piel. Existen otras interseccionalidades, como el sexo, el género, la orientación sexual, el origen o nacionalidad, el nivel socioeconómico, la generación o edad, entre otras. Es fundamental conocer esta amplia gama de categorías para comenzar a entender cómo estas afectan a las personas en su vida diaria.

Cuando integramos más categorías a la sexualidad, podemos observar cuán diferente es la experiencia de vida de un ser humano respecto a otro. Por ejemplo, una persona heterosexual está atravesada por diversas categorías que influyen en su identidad, y lo mismo ocurre con personas homosexuales, bisexuales, asexuales o transgénero. Sin embargo, muchas personas tienden a analizar estas cuestiones de manera superficial, sin comprender los matices que cada interseccionalidad aporta a la experiencia humana.

Un ejemplo de esto es el término “Low Down”, utilizado en inglés para describir a los hombres homosexuales negros que, debido al estigma social, llevan una vida heterosexual falsa. En muchas comunidades, particularmente en las negras, ser abiertamente homosexual es considerado inaceptable, mientras que para los hombres blancos suele haber mayor tolerancia. Este doble estándar refleja un fenómeno conocido como “privilegio blanco”, donde a una persona blanca se le permiten comportamientos que, en personas negras, son criticados o condenados. Esto también se vuelve más complejo en el caso de los hispanos, quienes a menudo no encajan en el binomio “negro o blanco” establecido por las dinámicas raciales de otros países.

He podido constatar en mis prácticas clínicas que la Iglesia, curiosamente, funciona como un recurso protector para muchas personas. Sin embargo, para las personas LGBT, la falta de aceptación dentro de las comunidades religiosas suele convertirse en una de las mayores barreras para su bienestar. Aunque existen iglesias que promueven la inclusión y aceptan la diversidad, estas son pocas y, en su mayoría, no representan el sentir general de las instituciones religiosas. Al igual que ocurre con las iglesias, las personas LGBT enfrentan disparidades en su acceso a servicios de salud. Esto provoca que muchas de ellas oculten su orientación sexual o afectiva, mientras que otras optan por integrarse a comunidades que les ofrecen apoyo, o bien, se convierten en activistas en defensa de los derechos LGBT.

Cuando una persona es víctima de prejuicios o marginalización, es más propensa a desarrollar problemas de salud mental. Las interseccionalidades y las disparidades culturales configuran lo que se conoce como "vulnerabilidades". Estas vulnerabilidades se convierten en promotores significativos de malestar emocional y psicológico. El modelo de estrés de minorías explica de manera efectiva esta dinámica, señalando cómo las personas que pertenecen a grupos minoritarios tienden a sufrir más las consecuencias de la falta de servicios, derechos o privilegios.

Para que los psicólogos puedan ofrecer una práctica efectiva en contextos de interseccionalidades culturales, es imprescindible que adopten una postura empática y comprensiva. Es decir, que puedan entender el mundo y las disparidades desde la perspectiva del cliente. Esto implica fomentar un diálogo en el que la persona pueda hacer introspección, explorar posibles soluciones y evaluar los beneficios de ciertos cambios, sin dejar de lado las barreras que puedan surgir en su camino. Asimismo, el terapeuta debe empoderar al cliente para que pueda afrontar activamente las barreras futuras que encontrará en la vida.

He aprendido que las personas tienden a atacar aquello que desconocen. Por eso, es necesario fomentar la orientación y el conocimiento para moldear, poco a poco, un nuevo colectivo más inclusivo y comprensivo. Este proceso no es extraño, ya que los niños reaccionan de manera similar ante lo que no encaja en sus preceptos. Entender este mecanismo es clave para abordar las marginalizaciones que surgen de las interseccionalidades.

Un ejemplo cultural que nos invita a reflexionar sobre el tema del color de piel es la tradición artística de la República Dominicana. Allí, las figuras femeninas conocidas como "muñecas sin rostro" se confeccionan en diversos tonos de piel —blanco, marrón y negro—, sin atribuir un rostro específico a ninguna de ellas. Esta representación simboliza que el color de piel no define la esencia de una persona, ya que todos compartimos una humanidad común, independientemente de nuestras diferencias raciales. La muñeca sin rostro nos recuerda que todos somos, en esencia, una mezcla de experiencias y colores, y que no existe un único rostro que represente a la humanidad.

Para finalizar, considero fundamental que las personas comiencen a reconocer y aceptar las diferencias mutuas, promoviendo la deconstrucción de las vulnerabilidades y trabajando hacia una sociedad más inclusiva. Sostener posturas polarizadas es contrario a los principios éticos y profesionales promovidos por los Consejos de Psicología de los Estados Unidos. La práctica psicológica debe ser inclusiva, afirmativa y culturalmente competente, garantizando que todas las personas reciban un trato digno y respetuoso, independientemente de sus interseccionalidades.

Aceptar la diversidad y entender que las diferencias nos enriquecen es un paso necesario para derribar las barreras sociales y construir una sociedad más justa, equitativa y empática para todos.

Inter-Sexual


El sexo de una persona es generalmente determinado al nacer, categorizado como hombre o mujer. Sin embargo, existen situaciones en las que las condiciones de gestación producen variaciones en el desarrollo sexual del bebé. Algunas personas pueden nacer con genitales ambiguos, un sistema reproductor interno distinto al que aparentan de forma visual, o un sistema hormonal diferente al observable. Estas variaciones reciben el nombre de intersexualidad. Más allá de la descripción anatómica, lo que nos concierne como profesionales de la salud mental son las implicaciones psicológicas que esta etiqueta puede generar.

Vivimos en una sociedad en la que muchas angustias están profundamente ligadas a la sexualidad. Una persona que nace intersexual puede enfrentar dificultades significativas, ya que no encaja en ninguna de las dos categorías establecidas en el binomio "hombre/mujer". Estas personas suelen experimentar aislamiento, inseguridad, acoso por parte de sus pares, depresión y, en casos extremos, pensamientos suicidas.

Desde antes del nacimiento, las etiquetas de género comienzan a influir en la vida de un individuo. La familia y la sociedad crean expectativas basadas en el sexo del bebé, y cuando una persona no cumple con estos criterios binarios, puede experimentar profundas angustias. Además, muchas veces las personas atacan aquello que no comprenden, lo que agrava aún más el sufrimiento de las personas intersexuales.

El manejo social de la intersexualidad ha comenzado a ser cuestionado como una violación de los derechos del niño. Con frecuencia, se toman decisiones irreversibles sin el consentimiento del menor, asignándole un sexo mediante intervenciones quirúrgicas de carácter "estético". Estas decisiones, tomadas en la infancia, pueden generar consecuencias emocionales duraderas tanto para la persona intersexual como para su familia.

Desde el embarazo, la familia suele tener expectativas específicas sobre el sexo del bebé. Sin embargo, rara vez se considera la posibilidad de que el niño pueda nacer intersexual. Es importante enfatizar que la intersexualidad no es una enfermedad, sino una variación natural que puede ocurrirle a cualquier familia. Afortunadamente, algunas naciones han comenzado a proteger los derechos de los niños intersexuales, permitiendo que ellos mismos elijan su identidad de género una vez que tengan la capacidad de consentir.

El diagnóstico de disforia de género, contenido en el DSM-5, es la nomenclatura utilizada en psicología para abordar algunos de estos casos. Sin embargo, considero que este paradigma debe ser descartado. Etiquetar a un niño como hombre o mujer sin su consentimiento puede derivar en lo que llamo un "diagnóstico disfórico": un diagnóstico fallido que no describe la realidad de la persona y que se utiliza de manera frívola para clasificar aquello que no encaja en los parámetros tradicionales. La disforia de género se refiere a la incomodidad con el sexo asignado al nacer, pero en el caso de las personas intersexuales, esta etiqueta es inapropiada, ya que el problema radica en que se les asigna una identidad de género sin su consentimiento desde el inicio.

Es esencial reflexionar sobre estas cuestiones con prudencia. La falta de información y comprensión sobre la intersexualidad genera prejuicios y decisiones que pueden tener graves consecuencias psicológicas. Es necesario que la sociedad entienda las implicaciones emocionales y sociales de querer clasificar a las personas en un binomio sexual rígido. La incorporación de un tercer marcador de género en la documentación médica sería un paso importante para proteger a los niños intersexuales y evitar intervenciones traumáticas.

Para los padres, familiares y profesionales de la salud, es crucial adoptar un enfoque honesto, abierto y libre de prejuicios. Las investigaciones han demostrado que ocultar información sobre la intersexualidad de una persona puede ser percibido como una traición y causar daño emocional a largo plazo. Proporcionar apoyo emocional, educación y espacios seguros para la autoexploración de la identidad de género es fundamental para garantizar el bienestar de las personas intersexuales.

En algunas culturas, como en la República Dominicana, se utilizan figuras femeninas conocidas como "muñecas sin rostro" que se confeccionan en diferentes tonos de piel: blanco, marrón y negro. Esta tradición simboliza que el color de piel no define la esencia de una persona, y que todos compartimos una humanidad común. Del mismo modo, la intersexualidad debería verse como una parte natural de la diversidad humana. Estas muñecas sin rostro nos enseñan que ninguna categoría puede definir completamente a una persona y que todos merecemos el respeto y la dignidad de ser aceptados tal como somos.

Para finalizar, es importante promover un cambio de perspectiva que permita a la sociedad avanzar hacia un modelo inclusivo y empático, donde las personas puedan ser libres de vivir sus identidades sin temor a ser juzgadas o rechazadas. La diversidad es parte esencial de la condición humana, y es nuestro deber como profesionales de la salud mental contribuir a la deconstrucción de los prejuicios que generan sufrimiento innecesario.