lunes, 11 de mayo de 2020

Interseccionalidades



El color de piel es una de las formas de interseccionalidad más marcadas y, a su vez, una de las que más abruman a las sociedades. Las interseccionalidades son categorías que subyacen a la etnia y crean los grupos minoritarios, pero no se limitan únicamente al color de piel. Existen otras interseccionalidades, como el sexo, el género, la orientación sexual, el origen o nacionalidad, el nivel socioeconómico, la generación o edad, entre otras. Es fundamental conocer esta amplia gama de categorías para comenzar a entender cómo estas afectan a las personas en su vida diaria.

Cuando integramos más categorías a la sexualidad, podemos observar cuán diferente es la experiencia de vida de un ser humano respecto a otro. Por ejemplo, una persona heterosexual está atravesada por diversas categorías que influyen en su identidad, y lo mismo ocurre con personas homosexuales, bisexuales, asexuales o transgénero. Sin embargo, muchas personas tienden a analizar estas cuestiones de manera superficial, sin comprender los matices que cada interseccionalidad aporta a la experiencia humana.

Un ejemplo de esto es el término “Low Down”, utilizado en inglés para describir a los hombres homosexuales negros que, debido al estigma social, llevan una vida heterosexual falsa. En muchas comunidades, particularmente en las negras, ser abiertamente homosexual es considerado inaceptable, mientras que para los hombres blancos suele haber mayor tolerancia. Este doble estándar refleja un fenómeno conocido como “privilegio blanco”, donde a una persona blanca se le permiten comportamientos que, en personas negras, son criticados o condenados. Esto también se vuelve más complejo en el caso de los hispanos, quienes a menudo no encajan en el binomio “negro o blanco” establecido por las dinámicas raciales de otros países.

He podido constatar en mis prácticas clínicas que la Iglesia, curiosamente, funciona como un recurso protector para muchas personas. Sin embargo, para las personas LGBT, la falta de aceptación dentro de las comunidades religiosas suele convertirse en una de las mayores barreras para su bienestar. Aunque existen iglesias que promueven la inclusión y aceptan la diversidad, estas son pocas y, en su mayoría, no representan el sentir general de las instituciones religiosas. Al igual que ocurre con las iglesias, las personas LGBT enfrentan disparidades en su acceso a servicios de salud. Esto provoca que muchas de ellas oculten su orientación sexual o afectiva, mientras que otras optan por integrarse a comunidades que les ofrecen apoyo, o bien, se convierten en activistas en defensa de los derechos LGBT.

Cuando una persona es víctima de prejuicios o marginalización, es más propensa a desarrollar problemas de salud mental. Las interseccionalidades y las disparidades culturales configuran lo que se conoce como "vulnerabilidades". Estas vulnerabilidades se convierten en promotores significativos de malestar emocional y psicológico. El modelo de estrés de minorías explica de manera efectiva esta dinámica, señalando cómo las personas que pertenecen a grupos minoritarios tienden a sufrir más las consecuencias de la falta de servicios, derechos o privilegios.

Para que los psicólogos puedan ofrecer una práctica efectiva en contextos de interseccionalidades culturales, es imprescindible que adopten una postura empática y comprensiva. Es decir, que puedan entender el mundo y las disparidades desde la perspectiva del cliente. Esto implica fomentar un diálogo en el que la persona pueda hacer introspección, explorar posibles soluciones y evaluar los beneficios de ciertos cambios, sin dejar de lado las barreras que puedan surgir en su camino. Asimismo, el terapeuta debe empoderar al cliente para que pueda afrontar activamente las barreras futuras que encontrará en la vida.

He aprendido que las personas tienden a atacar aquello que desconocen. Por eso, es necesario fomentar la orientación y el conocimiento para moldear, poco a poco, un nuevo colectivo más inclusivo y comprensivo. Este proceso no es extraño, ya que los niños reaccionan de manera similar ante lo que no encaja en sus preceptos. Entender este mecanismo es clave para abordar las marginalizaciones que surgen de las interseccionalidades.

Un ejemplo cultural que nos invita a reflexionar sobre el tema del color de piel es la tradición artística de la República Dominicana. Allí, las figuras femeninas conocidas como "muñecas sin rostro" se confeccionan en diversos tonos de piel —blanco, marrón y negro—, sin atribuir un rostro específico a ninguna de ellas. Esta representación simboliza que el color de piel no define la esencia de una persona, ya que todos compartimos una humanidad común, independientemente de nuestras diferencias raciales. La muñeca sin rostro nos recuerda que todos somos, en esencia, una mezcla de experiencias y colores, y que no existe un único rostro que represente a la humanidad.

Para finalizar, considero fundamental que las personas comiencen a reconocer y aceptar las diferencias mutuas, promoviendo la deconstrucción de las vulnerabilidades y trabajando hacia una sociedad más inclusiva. Sostener posturas polarizadas es contrario a los principios éticos y profesionales promovidos por los Consejos de Psicología de los Estados Unidos. La práctica psicológica debe ser inclusiva, afirmativa y culturalmente competente, garantizando que todas las personas reciban un trato digno y respetuoso, independientemente de sus interseccionalidades.

Aceptar la diversidad y entender que las diferencias nos enriquecen es un paso necesario para derribar las barreras sociales y construir una sociedad más justa, equitativa y empática para todos.

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