viernes, 3 de enero de 2025

LGBT & Religion en la disciplina de la Psicología.



La espiritualidad ha sido definida como una fuerza animadora en la vida humana que puede o no estar vinculada a una religión específica. La religión, en sus múltiples formas, tiene el potencial de impactar la vida de las personas tanto de manera positiva como negativa. Este impacto no excluye a la población LGBT. La religión representa un acercamiento sistemático hacia la espiritualidad y contiene enseñanzas morales que varían según su origen y doctrina.

Cuando una persona comienza a cuestionar su sexualidad bajo paradigmas religiosos tradicionales, pueden manifestarse procesos similares a los de aculturación. La persona podría experimentar confusión o crisis interna que, de resolverse, le lleva a atribuirse una identidad más congruente consigo misma. Este proceso de identidad, sin embargo, no siempre es lineal. Las personas también pueden atravesar etapas de revaluación y síntesis de su identidad. Aunque los estudios en esta área son limitados, muchos señalan que la negación puede ser uno de los primeros mecanismos de afrontamiento utilizados. No obstante, lo que sí es evidente es que la aceptación de la orientación sexual y la religión independientemente, se asocian con mejores resultados en salud mental, como una reducción de la depresión y la ansiedad, una disminución de los problemas de conducta, y un aumento en la esperanza, el optimismo y la autoestima.

Uno de los modelos que aborda estos procesos, es el modelo FAITH. Éste desglosa la experiencia de las personas LGBT en cinco pasos: Atracción, Internalización, Externalización, Transición y Alivio. Este modelo comienza considerando que cada individuo es único y que su proceso está mediado por su entorno social. El segundo paso implica explorar la experiencia subjetiva de atracción que siente la persona. El tercer paso se centra en el significado que la persona otorga a esa atracción y cómo impacta sus propios valores y creencias. Esto conduce al cuarto paso, la transición hacia la aceptación de su orientación, y finalmente, al alivio del posible trauma psicológico que haya podido experimentar. Sin embargo, se han identificado varios obstáculos en la aplicación de este modelo, siendo uno de los principales la falta de competencias clínicas adecuadas por parte de los terapeutas, quienes a veces, debido a sus propios valores religiosos, no se sienten preparados o dispuestos a trabajar con la población LGBT.

Desde una perspectiva ética, los profesionales de la salud mental deben mantenerse neutrales en temas que generan divisiones ideológicas. Sin embargo, en los Estados Unidos, la psicología ha adoptado una postura afirmativa que puede interpretarse como parcializada. Esta postura ha llevado a que algunas teorías sobre la homosexualidad queden en la sombra, como el modelo DUCTS (Developmental, Unlearning, Choice, Trauma, and Social Influence) que considera múltiples factores en la orientación sexual, y la teoría del aprendizaje social, que plantea que la orientación sexual puede estar influenciada por interacciones sociales y experiencias tempranas (Moberly, 1983; Zucker & Spitzer, 2005). Además, la teoría de esquemas de género de Bem (Bem, 1996) propone que la orientación sexual es un producto de cómo las personas organizan la información sobre género en sus mentes, pero estas ideas han sido desestimadas en favor de una narrativa única.

El problema radica en que la psicología moderna, al proclamarse aliada de ciertos grupos, ha abandonado su principio de neutralidad. Esta alineación ideológica promueve una polarización que puede herir a personas que no comparten esas creencias. La ética profesional exige que los psicólogos brinden un tratamiento equitativo a todos, independientemente de sus creencias, valores o ideologías personales. Adoptar una postura afirmativa unilateral puede alienar a ciertos pacientes y socavar la confianza en la práctica clínica.

En este sentido, es preocupante que la psicología se haya alineado con lo que algunos llaman una agenda woke, promoviendo únicamente modelos que refuerzan una narrativa específica mientras ignoran modelos alternativos que podrían enriquecer el debate académico y la práctica clínica. Esto no solo limita el acceso a información diversa, sino que también restringe las posibilidades de los pacientes para explorar y entender su identidad desde múltiples perspectivas.

Un modelo afirmativo debería, en teoría, ayudar a las personas a explorar y definir sus propias identidades y creencias. Sin embargo, la implementación actual parece estar más enfocada en validar una sola narrativa, lo que va en contra del principio fundamental de la psicología: la exploración abierta y sin prejuicios de la experiencia humana.

Finalmente, es importante reconocer que muchas personas de la comunidad LGBT experimentan sentimientos de vergüenza, confusión y rechazo, lo que a menudo se traduce en la internalización de emociones adversas. La religión, que para muchas personas es una fuente de fortaleza y consuelo, tiende a excluir a esta población, creando un conflicto interno significativo. Por ello, es esencial generar conciencia y fomentar la creación de modelos terapéuticos que aborden esta situación de desigualdad desde una perspectiva neutral, que respete la diversidad de creencias y experiencias.


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Referencias
Bem, S. L. (1996). Gender schema theory: A cognitive account of sex typing. Psychological Review, 88(4), 354-364.
Moberly, E. R. (1983). Homosexuality: A new Christian ethic. James Clarke & Co Ltd.
Zucker, K. J., & Spitzer, R. L. (2005). Reparative therapy: The facts and the issues. Archives of Sexual Behavior, 34(4), 375-394.

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